jueves, 13 de octubre de 2016

Reportaje sobre el 50º Aniversario del Festival Vilar de Mouros 2016 - 2ª Parte/4

Quinta-feira (jueves) 25 Agosto
Nada más llegar, a la zona del festival, nos topamos con el antiguo escenario o escenario histórico, que es como se le conoce en la zona y por todo el público fiel e incondicional, a este gran evento cultural, que cumplía la friolera de 50 años y que lamentablemente, no se celebró el año anterior. En las tablas del mismo, actuaba una formación de rock a la antigua usanza, a modo de bienvenida, con toques progresivos. Me recordó, ineludiblemente, a formaciones italianas del corte de New Trolls o Premiata Forneria Marconi y en comunión, con la música coral; que bien, podría entroncarse en la música barroca o clásica, que tanto juego daban a este tipo de agrupaciones. Que nos podría trasladar perfectamente, a épocas en donde formaciones portuguesas como Pentagono o Psico, además del aire vanguardista de la época, abrazaron el jazz rock y el rock más pesado o rock duro, como señas de identidad de una música experimental, que marcó el final de los 60 y albores de los 70. Y que prácticamente, condensa la línea estilística y orígenes de este gran festival, reinventándose continuamente, que con el correr del tiempo, terminó evolucionando al igual que las posteriores épocas, corrientes, géneros y subgéneros del rock y la propia música popular y folk, hasta nuestros días. Fue muy evocador, por las similitudes obvias, a los propios orígenes del festival, fundado en 1965, por el médico de gran personalidad y muy querido en la villa Dr. António Barge.

Las tablas del escenario histórico, en los próximos días albergarían una gran pantalla gigante de proyección de cine, precisamente destinada a exhibir películas en versión original subtitulada en portugués, así como las secuelas más recientes de Batman o Mad Max y en el plano musical, extensos videos de conciertos memorables en tierras portuguesas de artistas como Peter Gabriel, que por cierto en la edición de 2004 estuvo presente. Al igual que otros grandes nombres de diversas épocas y estilos, a lo largo de la extensa trayectoria del festival, tales como Robert Plant, Iggy Pop & Stooges, Bob Dylan, Manfred Man, The Cure, Melvins, Public Enemy, Neil Young, Sonic Youth, Iron Maiden, U2, Joe Strummer o Elton John, por citar algunos.

Aunque, como cualquier llegada que se precie a las inmediaciones de un gran festival, puede llegar a ser un poco caótica y más si tenemos en cuenta, la baja densidad de población de Vilar de Mouros, pedanía de Caminha, que no llega al millar de personas en unos escasos 9 kilómetros cuadrados de superficie total. Que esos días de festival, multiplicó en sobremanera, casi con toda seguridad, mínimo por diez o treinta veces sus cifras, más si tenemos en cuenta el numeroso público asistente que no paró de fluir a lo largo de las tres jornadas, en su mayoría originario de Portugal y bastantes gallegos, además de un importante flujo anglosajón. El caos circulatorio se hizo notar en escasos minutos, a unas pocas horas, justo antes del comienzo de las primeras actuaciones en el escenario oficial. Para ello, hubo vecinos amabilísimos que pusieron todo de su parte para poder ayudarnos a maniobrar los automóviles, para no quedar atrapados en las angostas calles del acogedor y encantador lugar. En este sentido, también, es de rigor, tener unas excelsas palabras de agradecimientos para miembros del voluntariado del festival, en especial para Filipa Fernandes, que entre otros cometidos ayudaban a situar y orientar a los periodistas y colaboradores de los medios acreditados, en el mencionado lío que a veces se puede montar en una aglomeración y organización de un gran festival como el que nos ocupa. Dicho esto, hay que comentar que el comienzo de Manuel Fúria e os Náufragos, fue dificultoso a la hora de cubrirlo, tanto en el aspecto visual, como en el estrictamente documental, aunque el buen sonido que presentó sí se hizo notar en el ambiente y en el caso concreto del que suscribe, que por poco no me pierdo la actuación de uno de los grandes nombres propios de la edición de este año, Peter Hook & The Light. Estaba cantado, por las numerosísimas camisetas que lucían los fans, a quienes habían ido mayoritariamente a ver esa primera noche. Eran como podréis suponer, camisetas que hacían referencia a Joy Division y Bauhaus, así como alguna de las etapas en solitario de los dos históricos de las sagas referidas, al igual que ilustres tocayos provenientes del post punk: Peter Hook y Peter Murphy.
 Peter Hook & The Light sobre las 20:00 horas, desplegó lo mejor del repertorio que compusiera el emblemático bajista junto al desaparecido Ian Curtis en el icónico grupo de post punk Joy Division y la banda posterior New Order, más entronizada en la new wave británica, en donde el pop rock, la electrónica y la música dance se darían la mano, fusionándose para originar sonidos muy influyentes en la escena synthpop y por tanto, más eclécticos con respecto a la oscuridad propia, en sí de los orígenes de la saga. Curiosamente, abriría con la última canción tocada por Joy Division en directo en el histórico concierto de Birminghan, el 2 de mayo de 1980, justo antes del suicido de Ian Curtis. Es decir, “Digital” a la que seguiría uno de los temas posiblemente más experimentales de la saga, Isolation”, donde ya el concepto de electrónica comienza a manifestarse y por tanto, los sintetizadores dan un paso adelante. Tras lo posiblemente simbólico, de la elección de las dos primeras canciones, que abrieron la esperada actuación de Peter Hook. Por todo lo que significa en la música pop rock, una banda como Joy Division, por fin la tercera canción elegida “She’s Lost Control” mostró la parte más gótica u oscura, sin obviar el halo de misterio que le confirió la banda de Manchester en su momento y que ejecutaron a la perfección en la propuesta actual del grupo liderado por Hook. Aunque para oscuridad, nunca mejor remarcada, que en el tema “Shadowplay”, para luego seguir acentuando esas líneas de bajo tan características e influyentes en “Transmission”. Justamente, en esta parte del concierto comenzó la parte más bailable, es decir, comenzó el apartado dedicado a recordar viejas canciones de New Order. “The Perfect Kiss” sería el tema elegido para abrir este bloque y después irían sucediéndole otras joyas de comienzo de los 80 como “Blue Monday”, “True Faith” o “Temptation”. Sin obviar, un curioso tema “Ceremony”, que aunque en origen se sitúa en la primera etapa, cuando aún existían Joy Division; sin embargo, serían ya como New Order los que lo retomarían en su día y de nuevo la simbología pareció entrar en juego de forma para nada arbitraría y el tema sirvió para también ser recuperado, por decirlo así en este directo, como si de unos bucles continuos en el tiempo, nos hubieran hecho viajar a través del mismo, en ambos sentidos. Para a la vez, ir despidiendo a Peter Hook y su banda, en esta estupenda actuación, en el veterano festival por excelencia de Portugal. Y por supuesto, no podía faltar un himno generacional como “Love Will Tear Us Apart” y es de nuevo con Joy Division, en este curioso set list de ida y vuelta, de ir hacia adelante en el tiempo, para de repente rebobinar y dejar al numeroso público congregado satisfecho, pero con ganas de más y es que aún quedaban tantos artistas por mostrarnos sus actuales y en la mayoría de los casos intemporales propuestas. Peter Hook además de dedicar en los momentos finales de la actuación unas amables palabras para Happy Mondays, que actuaría más tarde, también es de destacar el final tan visceral y enérgico que tuvo tras tocar la referida “Love Will Tear Us Apart”, cuando golpeó sin cesar el cuerpo y golpeador del bajo, hasta acabar consiguiendo un ensordecedor acorde final e incluso regaló su camiseta al termino de la descarga, atestiguando una vez más que lo había dado absolutamente todo en esta emotiva actuación.
La siguiente actuación, pasadas las 21:20 horas, vendría de la mano de un conocido rockero portugués de amplio bagaje, Paulo Furtado más conocido por su nombre artístico actualmente: The Legendary Tigerman. Mientras en los 80, estuvo inmerso en la escena psychobilly y rockabilly, hoy día prefiere explorar los variados caminos del garage y blues rock, además de manera explosiva, gracias a su carismática forma de llenar el escenario únicamente con su sola presencia. Haciendo lo que mejor sabe hacer con su guitarra, armónica, algún que otro elemento percutido y su profunda y personal voz. Aunque para la especial ocasión, contó con fenomenales músicos de acompañamiento que engrandecieron aún más el directo tan visceral de este fenomenal artista. En su momento, ya pudimos disfrutar del gran directo de este gran músico lisboeta, cuando aún permitían organizar el festival a modo de “open air” junto al CAC de Málaga y desembocadura del exiguo Guadalmedina, en la zona conocida en los últimos tiempos, como “Soho Málaga”. Donde también descargarían bandas como Guadalupe Plata o los participantes en el primer volumen split en vinilo de Collector’s Series, The Hairy Nipples. Hablando del sello de marras, una vez más actuamos a modo de embajadores de la autogestionaria idea y repartimos discos entre los compañeros periodistas de los medios portugueses que abarrotaban la roulot en la zona habilitada de prensa.

El cadencioso garage rock practicado por The Legendary Tigerman, fue sucediéndose canción tras canción, al igual que los riffs más blues rock que quizás afloraron más si cabe, cuando la banda de power trío estuvo al completo, como anticipamos anteriormente. Los duetos de guitarra y saxo, arropados por la contundente batería, fueron verdaderamente espectaculares, a veces rozando la atonalidad por su singular propuesta de sincretismo musical, por los acoples que se confundían por momentos con los arpegios escalofriantes o las escalas endiabladas que emanaban de la guitarra y saxo, hasta fundirse en un intenso efluvio musical. Incluso, hubo una particular versión del tema, de la también legendaria banda británica The Troggs, “Wild Thing” y que hace poco llevó al acetato y actualidad, otro guitarrista icónico como Ace Frehley en su vuelta a los escenarios, con trabajo bajo el brazo. La verdad que hasta el momento, no podía ser un mejor arranque de festival.

El trasiego de público siguió siendo intenso y nos pudimos percatar, entre actuación y montaje de la siguiente descarga, que la media de edad del público mayoritario podría rondar perfectamente entre los 45 y 50 años de edad, con bastante presencia de juventud y hasta niños, porque al contrario que la desastrosa dinámica en España, de evitar el acceso a menores de edad a eventos similares, en Portugal le siguen dando importancia a la cultura por encima de las falsas y dobles morales. Los siguientes artistas en aparecer en escena, serían los músicos que forman Happy Mondays.  De nuevo, el sonido Manchester, UK presente en todo su esplendor en el festival, tras la increíble actuación de Peter Hook & The Light.
A eso de las 22:45 h. El rock alternativo de Happy Mondays fue la excusa perfecta para posibilitar la vuelta a los sonidos con sintetizadores y que en sí, invitaban a bailar y a embellecer aún más la fiesta y el ambiente que se respiraba a estas alturas del festival. Los 80, la new wave, el sonido del “Gran Manchester” estaban otra vez de vuelta, con una frescura inusitada e imperecedera, para transportarnos una vez más a los 80 e incluso, en el caso particular de la banda liderada por el vocalista Shaun Ryder y el batería Gary Whelan, porqué no, a los 90. Décadas que se expresaran en clave de rock o pop, difícilmente superables y siempre recurrentes por parte de artistas de generaciones posteriores como referentes y fuente de inspiración. Otros miembros insignes que aparecieron en escena, como en su día, cuando se fueron añadiendo con el transcurso de los años al line-up de la primigenia formación, fueron sin lugar a dudas, el bailarín y percusionista Bez y la cantante y corista Rowetta Satchell, que engrandecieron aún más el directo actual de la banda, con sus estupendas aportaciones, tales como el tema de comienzos de los ninety, “Step On” o el también tema coetáneo “Hallelujah”. También, fue destacable en este último tramo del concierto, el aporte de la canción “Rave On”, donde mostraron sin ningún estupor a varias generaciones, sus importantes incursiones en la música dance o inclusive acid house, que hoy día se tiende a simplificar por el término rave. No dejaba de admirarme, no sólo por el gran ambiente festivo y buena energía que rondaba por el evento, sino por la cantidad ingente de familias enteras, con sus hijos menores de edad acompañándoles. Y no querría ser pesado en este punto, pero es cierto que hay tantas diferencias obvias con respecto al país vecino en este y otros tantos sentidos, que ya referí, que no me cansaré de insistir en la necesidad de ampliar miras y no dejadnos cegar por las leyes cada vez más restrictivas, que no por ello, sobreprotectoras o útiles en sí. Claro, entendiendo por utilidad, la transmisión de arte y cultura, el feed back necesario para que un estado o una región tengan el intelecto de su población sano y libre. Frente a las políticas rancias que lo pretenden controlar todo, a pesar de la coartación de las libertades e irónicamente muy a pesar de la limitación de las mismas, de precisamente, a los que pretenden proteger. En definitiva, una gran patraña, para seguir adocenando al personal, en donde sólo quepan estribillos y letras fáciles asépticas a cualquier crítica o apertura de mente, que es lo que manifiestamente fomentan los gobiernos reaccionarios. La Educación, la Sanidad o la Cultura de un estado son fundamentales, son cimientos básicos que deberían respetarse y deberían hacer ciertos aquellos artículos de una Constitución, que aluden y se vanaglorian de los supuestos beneficios del “Estado del bienestar”. Cuando en realidad, tan sólo al pie de la letra es negro sobre blanco y nada más, algo así como palabras que se lleva el viento, o como cuando el letrado encargado de defender a la Infanta Cristina por el caso Nóos, no tuvo pudor a la hora de defender lo indefendible: “Hacienda somos todos, es tan sólo publicidad, un slogan nada más”. Si seguimos así, acabaremos con hacer cierto aquello de “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, volveremos a la impunidad y desgobiernos, donde se aparcaron Justicia, Solidaridad y Fraternidad, para darle entrada al liberalismo y al despotismo, que ya por despótico no sería ni siquiera “ilustrado”. 
Volviendo de nuevo a los protagonistas de la noche del 25 de agosto, Peter Murphy, era una de las grandes estrellas, que habían causado gran expectación entre los asistentes. Toda una carrera en Bauhaus y su posterior lanzamiento en solitario, bastante prolífico, así lo conferían. Se suele decir, que quien siembra recoge y quizás, en cuanto a cosecha musical, variada y extensa en lo que se refiere a este artista de origen británico y de rasgos muy marcados, que unido a lo polifacético e histriónico de su carrera y personaje vampírico, creado a su imagen y semejanza, hacen de él, todo un referente de la música más vanguardista de los 80, rock gótico y por supuesto el post punk. La palabra icono se queda corta a la hora de referirnos a este gran artista del siglo XX, que aún tenemos la gran suerte y privilegio de disfrutar de su arte y legado en vivo, en pleno siglo XXI. Ya que por desgracia, de un tiempo a esta parte, ya nos han dejado muchísimos grandes nombres de diferentes géneros, entre los que se encuentra desgraciadamente, su muy admirado David Bowie. Un artista al cual, ya en la época de Bauhaus, en 1981, se registrara el cover de "Ziggy Stardust" y que terminaría por convertirse en todo un revulsivo a nivel europeo, para terminar asentando a la banda entre las formaciones top del continente; e incluso, más tarde, Peter Murphy, haría lo propio, en 2013, ya en su carrera en solitario, con el también archiconocido tema del desaparecido Duque Blanco “Space Oddity”, entre otras versiones y homenajes ofrecidos desde la pasión y admiración que profería por su desaparecido amigo y figura fundamental e irremplazable de la cultura pop, que aún pervive en la memoria colectiva de las generaciones posteriores a los 60. De hecho, en Vilar de Mouros, haría lo propio con el tema “The Bewlay Brothers”. Era un momento mágico y un lugar inmejorable para hacerlo. Con todos estos ingredientes, unidos a la elegancia personificada y sensualidad a raudales, a pesar de haber cumplido en julio, los 59 años. Peter Murphy, el vampiro de ojos grandes y penetrantes, antes de conquistar los corazones del ya de por sí entregado público, con sus giros vocales, coreografías híper expresionistas, donde la contorsión se revelaría como la prueba fehaciente, de las buenas dotes para la danza y terminar creando el ambiente perfecto de sus intrincadas letras, que tratan desde los recónditos rincones más profundos del pensamiento humano, temas metafísicos y cuasi religiosos, cual chamán, guiando a sus protegidos o quien sabe si queriendo compartir los secretos más oscuros y hasta en otras ocasiones, quien  sabe si ocultados a posta por los poderes fácticos, en relación al verdadero sentido de la vida y sentir del espíritu humano. Para ello, abriría su inolvidable actuación, con el fascinante tema “The Rose” y ya desde entonces, haría gala de una técnica y capacidad vocal únicas y que harían palidecer a más de un veinteañero de esos que juegan a ser artistas, sólo porque fueron alumnos aventajados del Guitar Hero o buenos imitadores de OT, La Voz u otros sucedáneos “telebasureros” de por el estilo. Le seguiría “Hang Up”, que en directo sonó mucho más contundente, incluso por momentos, las guitarras le daban cierto toque industrial y hasta distorsionado, mucho más dura su propuesta en vivo, que la registrada en disco y también en videoclip. Otro tema que siguió la línea más potente en vivo fue “God In An Alcove” y donde su personalísima voz no sólo fue arropada perfectamente por los punzantes instrumentos de los músicos acompañantes, sino que salió bastante airosa y pudimos corroborar, desde principio a fin, el buen estado actual del músico británico y su banda. Peter Murphy sobrepasó con creces y elevó a cotas de energía pura, el nivel del sonido, donde la voz primaba sobre salvajes riffs y pesados ritmos, con muchísimos vatios y decibelios de potencia que se echaron a las espaldas, como si tal cosa, con unos resultados abrumadores y emocionantes a partes iguales.  Temas como “Disappearing” ya no ocultaron esa orientación más rockera e incluso con sonidos más propios del metal, sobre todo por parte del guitarrista en directo, pero que matizaban aún mucho más con las densas y muy en la onda 80 “nueva ola”, por parte de su base rítmica, aunque también hacia recordar, en momentos determinados los citados sonidos más propios del rock industrial. Y de nuevo, volvió a recurrir a su último estupendo álbum “Lion”, de 2014, con el tema “Eliza” y donde más que el rock alternativo, que me parece en este caso una etiqueta demasiada genérica para toda la versatilidad y fuentes que encierra el genio de Peter Murphy, me atrevería a aseverar que recorre caminos más propios del death rock, sin apartar la vista del industrial. Y es que es un secreto a voces, que últimamente, trabaja con Trent Reznor (Nine Ich Nails) y eso de alguna manera se tiene que manifestar en el estado de ánimo de un artista, que ya de antemano, asume todos los roles y riesgos, como sólo lo saben encarar los más grandes. En ese sentido, si sigue la misma línea discográfica y evoluciona dejándose llevar por el lado más salvaje, qué caja de sorpresa nos podremos encontrar en un futuro inmediato. Peter Murphy había salido a por todas y ya era el momento para recordar viejos temas en su etapa en Bauhaus, como el oscuro por excelencia con esas cadencias en la que prevalecen los bajos y su profunda voz impostada, en “Silent Hedges”. Continuó con todo un temazo, de esos que suelen denominarse como hit o himno del rock gótico como “The Passion of Lovers”. Posiblemente, uno de los más esperados por el tumultuoso público hacinado en pequeños grupos, como si de hermandades de las sombras, a lo largo del extenso recinto, que pudieran expresarse mediante bailes y exorcizar a los fantasmas más siniestros o románticos, corear unos temas, que son algo más que recuerdos nostálgicos, de una época que a pesar de todo, sigue super vigente y más viva que nunca, como bien estaban demostrando en la jornada de apertura del festival, estos tremendos artistas. Con “Subway” nos devuelve al lado más introspectivo y tierno, sin dejar de recordar la década de los 80, para pasar a uno de los temas más evocadores y hermosos de toda su carrera y de título tan sugerente y a priori baladístico como “Strange Kind Of Love”. Tras la parte, en la que de nuevo los elementos electroacústicos cobraron más relevancia, más intimidad, fue cuando sonaron los primeros acordes del tema “Cuts You Up” temas así salvaron la década de los 90, sin lugar a dudas, qué estilo, que majestuosidad sobre las tablas. El fragor del público no se hizo esperar y más cuando ya se veía venir el tramo final del concierto, el cual concluyó con el tema “The Prince & Old Lady Shade”. Dejando tras de sí, una puesta en escena inmaculada, por momentos sensibles, por momentos nostálgicos, pero muy bien dosificados; incluso, remarcando el lado más rockero, sin dejar de lado el virtuosismo, que ha caracterizado la estupenda carrera, ya sea grupal o en solitario, de Peter Murphy. Un artista que se despidió muy emocionado de un público, que más que rendido a sus pies, quedó hipnotizado, por alguien, que da un sentido y dimensión a la palabra artista, pocas veces antes manifestada, en las tablas de un macroconcierto de estas características, de corte internacional y condensada en un set; que por las circunstancias obvias, no pudo excederse del tiempo limitado. Pero, que aunque pudiera haberse hecho corto, fue intensamente aprovechado, desde el comienzo. Y seguro, que quedará en la memoria por siempre, de todos los asistentes, a dicha actuación.
   
Tras haber gozado de un tiempo casi primaveral, cuando ya habían bajado bastante las temperaturas y refrescado la noche, tras haber sido testigos privilegiados del gran concierto, en el que Peter Murphy había hecho honor a su alter ego y al misterio que envuelve la llamada hora de las meigas, casi sin darnos cuenta, nos habíamos metido ya en las 2:00 a.m. Pero como los valientes, aguantamos el tirón, paseándonos por stands. Donde pudimos comprobar que había puestos destinados para todos los públicos y edades, desde juegos de entretenimiento, al estilo de las ferias españolas, snack bar, puestos de ropa, complementos y merchandising, incluyendo uno oficial situado estratégicamente junto a los vomitorios de entrada y salida al recinto. Y el cauce del río delimitando todo el singular enclave y distintas zonas, como las de acampada y áreas de descanso. 

El artista encargado de cerrar la primera jornada fue António Zambujo, que nos obsequió con un concierto muy opuesto, en cuanto a las anteriores propuestas musicales, pues el rock y el pop, era relegado por el fado, la canción francesa y la música tradicional del Alentejo, su lugar de procedencia. Canciones muy íntimas y melancólicas, pero que todo hay que decirlo, quien no se conmueva por un buen fado, es que no tiene sangre en las venas. El fado es la máxima expresión portuguesa en cuanto a música, es lirismo, es sentimiento, es lo que sería al blues o al soul en Norteamérica o al flamenco en Andalucía. Aunque, pudimos comprobar, que dentro de su estilo más melódico, también tendía a fusionar, darles un toque personal y novedoso a los temas; quizás, les daba una nueva dimensión, con respecto a lo que los profanos pudiéramos haber oído antes, a grandes figuras como Amália Rodrígues, Carlos Do Carmo o Mariza. Por el contrario, más próximo quizás, a otros grandes referentes como Joao Gilberto e incluso, Tom Waits o Chet Baker, sobre todo por la tendencia a renovar e investigar otros campos o puntos de vista posibles sobre el fado y la fusión con elementos de otros géneros musicales, ya sean provenientes del folk internacional o la cultura popular. Donde pudimos encontrar géneros e influencias que iban desde la bossa nova, al blues o al jazz. Por tanto, un broche muy interesante, a la vez que una apuesta muy arriesgada, que hizo que gran parte del público y a pesar de las frescas temperaturas y helor remanente, disfrutáramos del infrecuente y cordial cierre de una maratoniana jornada, que nos invitaba a descansar, para coger fuerzas y proseguir los siguientes días.


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