Desde
la huelga del textil en Manresa en 1946 y la huelga general de Bizkaia
en 1947, al boicot a los tranvías de Barcelona en 1951 o la huelga de
Pamplona en 1951. Durante la posguerra, el ciudadanía pareció despertar
tras la Guerra Civil y las protestas fueron tan extendidas (sus orígenes
se atribuyeron a la masonería, al comunismo…) que llegaron a pillar por
sorpresa a un Régimen temprano. Ahora se recuerdan como las últimas
movilizaciones de la generación que había perdido la Guerra Civil, y
que, en algunos casos, sobre todo entre las pequeñas y medianas
empresas, contó con cierta permisividad por parte de la patronal.
Aquellas protestas, más allá de la reacción contra la dictadura, estaban
marcadas sobre todo por las complicadas condiciones de vida y el
racionamiento, según las rememoran en el documental Zerrauts ogia ( Pan
con serrín: las huelgas del hambre).
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