Quinta-feira (jueves) 25
Agosto
Nada más llegar, a la zona del
festival, nos topamos con el antiguo escenario o escenario histórico, que es
como se le conoce en la zona y por todo el público fiel e incondicional, a este
gran evento cultural, que cumplía la friolera de 50 años y que lamentablemente,
no se celebró el año anterior. En las tablas del mismo, actuaba una formación
de rock a la antigua usanza, a modo
de bienvenida, con toques progresivos. Me recordó, ineludiblemente, a
formaciones italianas del corte de New
Trolls o Premiata Forneria Marconi
y en comunión, con la música coral; que bien, podría entroncarse en la música
barroca o clásica, que tanto juego daban a este tipo de agrupaciones. Que nos
podría trasladar perfectamente, a épocas en donde formaciones portuguesas como Pentagono o Psico, además del aire vanguardista
de la época, abrazaron el jazz rock y
el rock más pesado o rock duro, como señas de identidad de
una música experimental, que marcó el final de los 60 y albores de los 70. Y
que prácticamente, condensa la línea estilística y orígenes de este gran
festival, reinventándose continuamente, que con el correr del tiempo, terminó
evolucionando al igual que las posteriores épocas, corrientes, géneros y
subgéneros del rock y la propia
música popular y folk, hasta nuestros
días. Fue muy evocador, por las similitudes obvias, a los propios orígenes del
festival, fundado en 1965, por el médico de gran personalidad y muy querido en
la villa Dr. António Barge.
Las tablas del escenario
histórico, en los próximos días albergarían una gran pantalla gigante de
proyección de cine, precisamente destinada a exhibir películas en versión
original subtitulada en portugués, así como las secuelas más recientes de Batman o Mad Max y en el plano musical, extensos videos de conciertos
memorables en tierras portuguesas de artistas como Peter Gabriel, que por cierto en la edición de 2004 estuvo
presente. Al igual que otros grandes nombres de diversas épocas y estilos, a lo
largo de la extensa trayectoria del festival, tales como Robert Plant, Iggy Pop &
Stooges, Bob Dylan, Manfred Man, The Cure, Melvins, Public Enemy, Neil Young, Sonic Youth,
Iron Maiden, U2, Joe Strummer o Elton John, por citar algunos.
Aunque, como cualquier llegada que
se precie a las inmediaciones de un gran festival, puede llegar a ser un poco
caótica y más si tenemos en cuenta, la baja densidad de población de Vilar de
Mouros, pedanía de Caminha, que no llega al millar de personas en unos escasos
9 kilómetros cuadrados de superficie total. Que esos días de festival, multiplicó
en sobremanera, casi con toda seguridad, mínimo por diez o treinta veces sus cifras,
más si tenemos en cuenta el numeroso público asistente que no paró de fluir a
lo largo de las tres jornadas, en su mayoría originario de Portugal y bastantes
gallegos, además de un importante flujo anglosajón. El caos circulatorio se
hizo notar en escasos minutos, a unas pocas horas, justo antes del comienzo de
las primeras actuaciones en el escenario oficial. Para ello, hubo vecinos
amabilísimos que pusieron todo de su parte para poder ayudarnos a maniobrar los
automóviles, para no quedar atrapados en las angostas calles del acogedor y
encantador lugar. En este sentido, también, es de rigor, tener unas excelsas
palabras de agradecimientos para miembros del voluntariado del festival, en
especial para Filipa Fernandes, que
entre otros cometidos ayudaban a situar y orientar a los periodistas y
colaboradores de los medios acreditados, en el mencionado lío que a veces se
puede montar en una aglomeración y organización de un gran festival como el que
nos ocupa. Dicho esto, hay que comentar que el comienzo de Manuel Fúria e os Náufragos, fue dificultoso a la hora de cubrirlo,
tanto en el aspecto visual, como en el estrictamente documental, aunque el buen
sonido que presentó sí se hizo notar en el ambiente y en el caso concreto del
que suscribe, que por poco no me pierdo la actuación de uno de los grandes
nombres propios de la edición de este año, Peter
Hook & The Light. Estaba cantado, por las numerosísimas camisetas que lucían
los fans, a quienes habían ido
mayoritariamente a ver esa primera noche. Eran como podréis suponer, camisetas
que hacían referencia a Joy Division
y Bauhaus, así como alguna de las
etapas en solitario de los dos históricos de las sagas referidas, al igual que
ilustres tocayos provenientes del post
punk: Peter Hook y Peter Murphy.
Peter Hook & The Light sobre las 20:00 horas, desplegó lo mejor
del repertorio que compusiera el emblemático bajista junto al desaparecido Ian Curtis en el icónico grupo de post punk Joy Division y la banda posterior New Order, más entronizada en la new wave británica, en donde el pop
rock, la electrónica y la música dance
se darían la mano, fusionándose para originar sonidos muy influyentes en la
escena synthpop y por tanto, más
eclécticos con respecto a la oscuridad propia, en sí de los orígenes de la
saga. Curiosamente, abriría con la última canción tocada por Joy Division en directo en el histórico
concierto de Birminghan, el 2 de mayo de 1980, justo antes del suicido de Ian Curtis. Es decir, “Digital”
a la que seguiría uno de los temas posiblemente más experimentales de la saga, “Isolation”,
donde ya el concepto de electrónica comienza a manifestarse y por tanto, los
sintetizadores dan un paso adelante. Tras lo posiblemente simbólico, de la
elección de las dos primeras canciones, que abrieron la esperada actuación de Peter Hook. Por todo lo que significa
en la música pop rock, una banda como
Joy Division, por fin la tercera
canción elegida “She’s Lost Control” mostró la parte más gótica u oscura, sin
obviar el halo de misterio que le confirió la banda de Manchester en su momento
y que ejecutaron a la perfección en la propuesta actual del grupo liderado por Hook. Aunque para oscuridad, nunca
mejor remarcada, que en el tema “Shadowplay”, para luego seguir
acentuando esas líneas de bajo tan características e influyentes en “Transmission”.
Justamente, en esta parte del concierto comenzó la parte más bailable, es
decir, comenzó el apartado dedicado a recordar viejas canciones de New Order. “The Perfect Kiss” sería
el tema elegido para abrir este bloque y después irían sucediéndole otras joyas
de comienzo de los 80 como “Blue Monday”, “True Faith” o “Temptation”.
Sin obviar, un curioso tema “Ceremony”, que aunque en origen se
sitúa en la primera etapa, cuando aún existían Joy Division; sin embargo, serían ya como New Order los que lo retomarían en su día y de nuevo la simbología pareció
entrar en juego de forma para nada arbitraría y el tema sirvió para también ser
recuperado, por decirlo así en este directo, como si de unos bucles continuos
en el tiempo, nos hubieran hecho viajar a través del mismo, en ambos sentidos.
Para a la vez, ir despidiendo a Peter
Hook y su banda, en esta estupenda actuación, en el veterano festival por
excelencia de Portugal. Y por supuesto, no podía faltar un himno generacional
como “Love
Will Tear Us Apart” y es de nuevo con Joy Division, en este curioso set
list de ida y vuelta, de ir hacia adelante en el tiempo, para de repente
rebobinar y dejar al numeroso público congregado satisfecho, pero con ganas de
más y es que aún quedaban tantos artistas por mostrarnos sus actuales y en la
mayoría de los casos intemporales propuestas. Peter Hook además de dedicar en los momentos finales de la
actuación unas amables palabras para Happy
Mondays, que actuaría más tarde, también es de destacar el final tan
visceral y enérgico que tuvo tras tocar la referida “Love Will Tear Us Apart”,
cuando golpeó sin cesar el cuerpo y golpeador del bajo, hasta acabar consiguiendo
un ensordecedor acorde final e incluso regaló su camiseta al termino de la
descarga, atestiguando una vez más que lo había dado absolutamente todo en esta
emotiva actuación.
La siguiente actuación, pasadas
las 21:20 horas, vendría de la mano de un conocido rockero portugués de amplio
bagaje, Paulo Furtado más conocido
por su nombre artístico actualmente: The
Legendary Tigerman. Mientras en los 80, estuvo inmerso en la escena psychobilly y rockabilly, hoy día prefiere explorar los variados caminos del garage y blues rock, además de manera explosiva, gracias a su carismática
forma de llenar el escenario únicamente con su sola presencia. Haciendo lo que
mejor sabe hacer con su guitarra, armónica, algún que otro elemento percutido y
su profunda y personal voz. Aunque para la especial ocasión, contó con
fenomenales músicos de acompañamiento que engrandecieron aún más el directo tan
visceral de este fenomenal artista. En su momento, ya pudimos disfrutar del
gran directo de este gran músico lisboeta, cuando aún permitían organizar el
festival a modo de “open air” junto
al CAC de Málaga y desembocadura del exiguo Guadalmedina, en la zona conocida
en los últimos tiempos, como “Soho
Málaga”. Donde también descargarían bandas como Guadalupe Plata o los participantes en el primer volumen split en vinilo de Collector’s Series, The
Hairy Nipples. Hablando del sello de marras, una vez más actuamos a modo de
embajadores de la autogestionaria idea y repartimos discos entre los compañeros
periodistas de los medios portugueses que abarrotaban la roulot en la zona habilitada de prensa.
El cadencioso garage rock practicado por The Legendary Tigerman, fue
sucediéndose canción tras canción, al igual que los riffs más blues rock que
quizás afloraron más si cabe, cuando la banda de power trío estuvo al completo, como anticipamos anteriormente. Los
duetos de guitarra y saxo, arropados por la contundente batería, fueron
verdaderamente espectaculares, a veces rozando la atonalidad por su singular
propuesta de sincretismo musical, por los acoples que se confundían por
momentos con los arpegios escalofriantes o las escalas endiabladas que emanaban
de la guitarra y saxo, hasta fundirse en un intenso efluvio musical. Incluso,
hubo una particular versión del tema, de la también legendaria banda británica The Troggs, “Wild Thing” y que hace
poco llevó al acetato y actualidad, otro guitarrista icónico como Ace Frehley en su vuelta a los
escenarios, con trabajo bajo el brazo. La verdad que hasta el momento, no podía
ser un mejor arranque de festival.
El trasiego de público siguió
siendo intenso y nos pudimos percatar, entre actuación y montaje de la
siguiente descarga, que la media de edad del público mayoritario podría rondar perfectamente
entre los 45 y 50 años de edad, con bastante presencia de juventud y hasta
niños, porque al contrario que la desastrosa dinámica en España, de evitar el
acceso a menores de edad a eventos similares, en Portugal le siguen dando
importancia a la cultura por encima de las falsas y dobles morales. Los
siguientes artistas en aparecer en escena, serían los músicos que forman Happy Mondays. De nuevo, el sonido Manchester, UK presente en todo su esplendor en el
festival, tras la increíble actuación de Peter
Hook & The Light.
A eso de las 22:45 h. El rock alternativo de Happy Mondays fue la excusa perfecta para posibilitar la vuelta a
los sonidos con sintetizadores y que en sí, invitaban a bailar y a embellecer
aún más la fiesta y el ambiente que se respiraba a estas alturas del festival.
Los 80, la new wave, el sonido del “Gran Manchester” estaban otra vez de
vuelta, con una frescura inusitada e imperecedera, para transportarnos una vez
más a los 80 e incluso, en el caso particular de la banda liderada por el
vocalista Shaun Ryder y el batería Gary Whelan, porqué no, a los 90. Décadas
que se expresaran en clave de rock o pop, difícilmente superables y siempre
recurrentes por parte de artistas de generaciones posteriores como referentes y
fuente de inspiración. Otros miembros insignes que aparecieron en escena, como
en su día, cuando se fueron añadiendo con el transcurso de los años al line-up de la primigenia formación,
fueron sin lugar a dudas, el bailarín y percusionista Bez y la cantante y corista Rowetta
Satchell, que engrandecieron aún más el directo actual de la banda, con sus
estupendas aportaciones, tales como el tema de comienzos de los ninety, “Step On” o el también
tema coetáneo “Hallelujah”. También, fue destacable en este último tramo del
concierto, el aporte de la canción “Rave On”, donde mostraron sin ningún
estupor a varias generaciones, sus importantes incursiones en la música dance o inclusive acid house, que hoy día se tiende a simplificar por el término rave. No dejaba de admirarme, no sólo
por el gran ambiente festivo y buena energía que rondaba por el evento, sino
por la cantidad ingente de familias enteras, con sus hijos menores de edad
acompañándoles. Y no querría ser pesado en este punto, pero es cierto que hay
tantas diferencias obvias con respecto al país vecino en este y otros tantos
sentidos, que ya referí, que no me cansaré de insistir en la necesidad de
ampliar miras y no dejadnos cegar por las leyes cada vez más restrictivas, que
no por ello, sobreprotectoras o útiles en sí. Claro, entendiendo por utilidad,
la transmisión de arte y cultura, el feed
back necesario para que un estado o una región tengan el intelecto de su
población sano y libre. Frente a las políticas rancias que lo pretenden
controlar todo, a pesar de la coartación de las libertades e irónicamente muy a
pesar de la limitación de las mismas, de precisamente, a los que pretenden
proteger. En definitiva, una gran patraña, para seguir adocenando al personal, en
donde sólo quepan estribillos y letras fáciles asépticas a cualquier crítica o
apertura de mente, que es lo que manifiestamente fomentan los gobiernos
reaccionarios. La Educación, la Sanidad o la Cultura de un estado son
fundamentales, son cimientos básicos que deberían respetarse y deberían hacer
ciertos aquellos artículos de una Constitución, que aluden y se vanaglorian de los
supuestos beneficios del “Estado del bienestar”. Cuando en realidad, tan sólo
al pie de la letra es negro sobre blanco y nada más, algo así como palabras que
se lleva el viento, o como cuando el letrado encargado de defender a la Infanta
Cristina por el caso Nóos, no tuvo pudor a la hora de defender lo indefendible:
“Hacienda somos todos, es tan sólo publicidad,
un slogan nada más”. Si seguimos así, acabaremos con hacer cierto aquello
de “Todo para el pueblo, pero sin el
pueblo”, volveremos a la impunidad y desgobiernos, donde se aparcaron
Justicia, Solidaridad y Fraternidad, para darle entrada al liberalismo y al
despotismo, que ya por despótico no sería ni siquiera “ilustrado”.
Volviendo de nuevo a los
protagonistas de la noche del 25 de agosto, Peter Murphy, era una de las grandes estrellas, que habían causado
gran expectación entre los asistentes. Toda una carrera en Bauhaus y su posterior lanzamiento en solitario, bastante
prolífico, así lo conferían. Se suele decir, que quien siembra recoge y quizás,
en cuanto a cosecha musical, variada y extensa en lo que se refiere a este
artista de origen británico y de rasgos muy marcados, que unido a lo
polifacético e histriónico de su carrera y personaje vampírico, creado a su
imagen y semejanza, hacen de él, todo un referente de la música más
vanguardista de los 80, rock gótico y
por supuesto el post punk. La palabra
icono se queda corta a la hora de referirnos a este gran artista del siglo XX,
que aún tenemos la gran suerte y privilegio de disfrutar de su arte y legado en
vivo, en pleno siglo XXI. Ya que por desgracia, de un tiempo a esta parte, ya
nos han dejado muchísimos grandes nombres de diferentes géneros, entre los que
se encuentra desgraciadamente, su muy admirado David Bowie. Un artista al cual, ya en la época de Bauhaus, en 1981, se registrara el cover
de "Ziggy
Stardust" y que terminaría por convertirse en todo un revulsivo a
nivel europeo, para terminar asentando a la banda entre las formaciones top del continente; e incluso, más tarde,
Peter Murphy, haría lo propio, en
2013, ya en su carrera en solitario, con el también archiconocido tema del
desaparecido Duque Blanco “Space
Oddity”, entre otras versiones y homenajes ofrecidos desde la pasión y admiración
que profería por su desaparecido amigo y figura fundamental e irremplazable de
la cultura pop, que aún pervive en la
memoria colectiva de las generaciones posteriores a los 60. De hecho, en Vilar
de Mouros, haría lo propio con el tema “The Bewlay Brothers”. Era un
momento mágico y un lugar inmejorable para hacerlo. Con todos estos
ingredientes, unidos a la elegancia personificada y sensualidad a raudales, a
pesar de haber cumplido en julio, los 59 años. Peter Murphy, el vampiro de ojos grandes y penetrantes, antes de
conquistar los corazones del ya de por sí entregado público, con sus giros
vocales, coreografías híper expresionistas, donde la contorsión se revelaría
como la prueba fehaciente, de las buenas dotes para la danza y terminar creando
el ambiente perfecto de sus intrincadas letras, que tratan desde los recónditos
rincones más profundos del pensamiento humano, temas metafísicos y cuasi
religiosos, cual chamán, guiando a sus protegidos o quien sabe si queriendo
compartir los secretos más oscuros y hasta en otras ocasiones, quien sabe si ocultados a posta por los poderes
fácticos, en relación al verdadero sentido de la vida y sentir del espíritu
humano. Para ello, abriría su inolvidable actuación, con el fascinante tema “The
Rose” y ya desde entonces, haría gala de una técnica y capacidad vocal
únicas y que harían palidecer a más de un veinteañero de esos que juegan a ser
artistas, sólo porque fueron alumnos aventajados del Guitar Hero o buenos imitadores de OT, La Voz u otros
sucedáneos “telebasureros” de por el estilo. Le seguiría “Hang Up”, que en directo
sonó mucho más contundente, incluso por momentos, las guitarras le daban cierto
toque industrial y hasta distorsionado, mucho más dura su propuesta en vivo,
que la registrada en disco y también en videoclip.
Otro tema que siguió la línea más potente en vivo fue “God In An Alcove” y
donde su personalísima voz no sólo fue arropada perfectamente por los punzantes
instrumentos de los músicos acompañantes, sino que salió bastante airosa y
pudimos corroborar, desde principio a fin, el buen estado actual del músico
británico y su banda. Peter Murphy
sobrepasó con creces y elevó a cotas de energía pura, el nivel del sonido, donde
la voz primaba sobre salvajes riffs y
pesados ritmos, con muchísimos vatios y decibelios de potencia que se echaron a
las espaldas, como si tal cosa, con unos resultados abrumadores y emocionantes
a partes iguales. Temas como “Disappearing”
ya no ocultaron esa orientación más rockera e incluso con sonidos más propios
del metal, sobre todo por parte del
guitarrista en directo, pero que matizaban aún mucho más con las densas y muy
en la onda 80 “nueva ola”, por parte de su base rítmica, aunque también hacia
recordar, en momentos determinados los citados sonidos más propios del rock industrial. Y de nuevo, volvió a
recurrir a su último estupendo álbum “Lion”, de 2014, con el tema “Eliza”
y donde más que el rock alternativo,
que me parece en este caso una etiqueta demasiada genérica para toda la
versatilidad y fuentes que encierra el genio de Peter Murphy, me atrevería a aseverar que recorre caminos más
propios del death rock, sin apartar
la vista del industrial. Y es que es
un secreto a voces, que últimamente, trabaja con Trent Reznor (Nine Ich Nails)
y eso de alguna manera se tiene que manifestar en el estado de ánimo de un
artista, que ya de antemano, asume todos los roles y riesgos, como sólo lo
saben encarar los más grandes. En ese sentido, si sigue la misma línea
discográfica y evoluciona dejándose llevar por el lado más salvaje, qué caja de
sorpresa nos podremos encontrar en un futuro inmediato. Peter Murphy había salido a por todas y ya era el momento para
recordar viejos temas en su etapa en Bauhaus,
como el oscuro por excelencia con esas cadencias en la que prevalecen los bajos
y su profunda voz impostada, en “Silent Hedges”. Continuó con todo
un temazo, de esos que suelen denominarse como hit o himno del rock
gótico como “The Passion of Lovers”. Posiblemente, uno de los más esperados
por el tumultuoso público hacinado en pequeños grupos, como si de hermandades
de las sombras, a lo largo del extenso recinto, que pudieran expresarse
mediante bailes y exorcizar a los fantasmas más siniestros o románticos, corear
unos temas, que son algo más que recuerdos nostálgicos, de una época que a
pesar de todo, sigue super vigente y más viva que nunca, como bien estaban
demostrando en la jornada de apertura del festival, estos tremendos artistas. Con
“Subway”
nos devuelve al lado más introspectivo y tierno, sin dejar de recordar la década
de los 80, para pasar a uno de los temas más evocadores y hermosos de toda su
carrera y de título tan sugerente y a priori baladístico como “Strange
Kind Of Love”. Tras la parte, en la que de nuevo los elementos
electroacústicos cobraron más relevancia, más intimidad, fue cuando sonaron los
primeros acordes del tema “Cuts You Up” temas así salvaron la
década de los 90, sin lugar a dudas, qué estilo, que majestuosidad sobre las
tablas. El fragor del público no se hizo esperar y más cuando ya se veía venir
el tramo final del concierto, el cual concluyó con el tema “The Prince & Old Lady Shade”.
Dejando tras de sí, una puesta en escena inmaculada, por momentos sensibles,
por momentos nostálgicos, pero muy bien dosificados; incluso, remarcando el
lado más rockero, sin dejar de lado el virtuosismo, que ha caracterizado la
estupenda carrera, ya sea grupal o en solitario, de Peter Murphy. Un artista que se despidió muy emocionado de un
público, que más que rendido a sus pies, quedó hipnotizado, por alguien, que da
un sentido y dimensión a la palabra artista, pocas veces antes manifestada, en las
tablas de un macroconcierto de estas características, de corte internacional y
condensada en un set; que por las
circunstancias obvias, no pudo excederse del tiempo limitado. Pero, que aunque
pudiera haberse hecho corto, fue intensamente aprovechado, desde el comienzo. Y
seguro, que quedará en la memoria por siempre, de todos los asistentes, a dicha
actuación.
Tras haber gozado de un tiempo
casi primaveral, cuando ya habían bajado bastante las temperaturas y refrescado
la noche, tras haber sido testigos privilegiados del gran concierto, en el que Peter Murphy había hecho honor a su alter ego y al misterio que envuelve la
llamada hora de las meigas, casi sin
darnos cuenta, nos habíamos metido ya en las 2:00 a.m. Pero como los valientes,
aguantamos el tirón, paseándonos por stands.
Donde pudimos comprobar que había puestos destinados para todos los públicos y
edades, desde juegos de entretenimiento, al estilo de las ferias españolas, snack bar, puestos de ropa, complementos
y merchandising, incluyendo uno
oficial situado estratégicamente junto a los vomitorios de entrada y salida al
recinto. Y el cauce del río delimitando todo el singular enclave y distintas
zonas, como las de acampada y áreas de descanso.
El artista encargado de cerrar la primera jornada fue António Zambujo, que nos obsequió con un concierto muy opuesto, en cuanto a las anteriores propuestas musicales, pues el rock y el pop, era relegado por el fado, la canción francesa y la música tradicional del Alentejo, su lugar de procedencia. Canciones muy íntimas y melancólicas, pero que todo hay que decirlo, quien no se conmueva por un buen fado, es que no tiene sangre en las venas. El fado es la máxima expresión portuguesa en cuanto a música, es lirismo, es sentimiento, es lo que sería al blues o al soul en Norteamérica o al flamenco en Andalucía. Aunque, pudimos comprobar, que dentro de su estilo más melódico, también tendía a fusionar, darles un toque personal y novedoso a los temas; quizás, les daba una nueva dimensión, con respecto a lo que los profanos pudiéramos haber oído antes, a grandes figuras como Amália Rodrígues, Carlos Do Carmo o Mariza. Por el contrario, más próximo quizás, a otros grandes referentes como Joao Gilberto e incluso, Tom Waits o Chet Baker, sobre todo por la tendencia a renovar e investigar otros campos o puntos de vista posibles sobre el fado y la fusión con elementos de otros géneros musicales, ya sean provenientes del folk internacional o la cultura popular. Donde pudimos encontrar géneros e influencias que iban desde la bossa nova, al blues o al jazz. Por tanto, un broche muy interesante, a la vez que una apuesta muy arriesgada, que hizo que gran parte del público y a pesar de las frescas temperaturas y helor remanente, disfrutáramos del infrecuente y cordial cierre de una maratoniana jornada, que nos invitaba a descansar, para coger fuerzas y proseguir los siguientes días.
El artista encargado de cerrar la primera jornada fue António Zambujo, que nos obsequió con un concierto muy opuesto, en cuanto a las anteriores propuestas musicales, pues el rock y el pop, era relegado por el fado, la canción francesa y la música tradicional del Alentejo, su lugar de procedencia. Canciones muy íntimas y melancólicas, pero que todo hay que decirlo, quien no se conmueva por un buen fado, es que no tiene sangre en las venas. El fado es la máxima expresión portuguesa en cuanto a música, es lirismo, es sentimiento, es lo que sería al blues o al soul en Norteamérica o al flamenco en Andalucía. Aunque, pudimos comprobar, que dentro de su estilo más melódico, también tendía a fusionar, darles un toque personal y novedoso a los temas; quizás, les daba una nueva dimensión, con respecto a lo que los profanos pudiéramos haber oído antes, a grandes figuras como Amália Rodrígues, Carlos Do Carmo o Mariza. Por el contrario, más próximo quizás, a otros grandes referentes como Joao Gilberto e incluso, Tom Waits o Chet Baker, sobre todo por la tendencia a renovar e investigar otros campos o puntos de vista posibles sobre el fado y la fusión con elementos de otros géneros musicales, ya sean provenientes del folk internacional o la cultura popular. Donde pudimos encontrar géneros e influencias que iban desde la bossa nova, al blues o al jazz. Por tanto, un broche muy interesante, a la vez que una apuesta muy arriesgada, que hizo que gran parte del público y a pesar de las frescas temperaturas y helor remanente, disfrutáramos del infrecuente y cordial cierre de una maratoniana jornada, que nos invitaba a descansar, para coger fuerzas y proseguir los siguientes días.
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